AL FILO DE LO IMPROBABLE

Descubre rutas, destinos de montaña, fotografía y todos los secretos del monte de una manera personal y subjetiva, basada en experiencias reales. Descubre más sobre nosotros y conoce algo más sobre la naturaleza y la montaña.

Esta web no pretende ser una guía para otros montañeros sino que pretende hacer una crónica de todas las salidas realizadas de una manera personal y subjetiva, basándose en la realidad de la salida.

¿DÓNDE?

Nací en una ciudad donde la naturaleza forma parte primordial del urbanismo, donde los animales “salvajes” están a 10 minutos de casa y donde en cualquier punto del horizonte son cadenas montañosas. Nací y vivo en un territorio donde hay miles de lugares mágicos, cuya hermosura conocida por unos pocos permanece intacta al pasar de los días.

Una fortaleza natural cuyas murallas y pasos naturales son defendidos por pueblos con gran historia.

Admiro profundamente las tradiciones culturales y populares de un pueblo que suma en cada localidad una costumbre diferente, que recuerda los seres mitológicos como si siguiesen con vida.

Y compagino esa admiración con otra cultura tanto o mas rica que esta, una cultura con tal número de matices que solo el hecho de pensar en ellos da la impresión de no poder abarcar toda su amplitud. Dos culturas, dos territorios, dos pueblos…..dos formas, un solo fondo.

¿QUÉ?

Vivo en un territorio donde las propias montañas crean afición, donde su sola presencia atrae su visita, su conquista. Montañas con historias, leyendas y nombres propios de titanes. Montañas que conocen los pasos de tanta gente que todo punto de su superficie ha sido visitado alguna vez pero que guardan su belleza como el día de su primer contacto con el hombre. Testigos de victorias personales, de derrotas catastróficas, impunes ante cualquier reto que alguien haya podido imaginar.

Centinelas de la vida, generación tras generación, guardianes de la historia de la humanidad cuyos secretos permanecerán en su memoria. Moldeadores del terreno donde su forma crea grandes campas, ocultos recovecos y precipicios infranqueables.

El solo hecho de poder alcanzar la cumbre de las montañas que mis ojos otean desde que tengo uso de razón, me produce una sensación de bienestar y libertad única. Una sensación que a veces se convierte en obsesión y me veo en la necesidad de subir otra vez.

Subiendo las montañas, sufro, veo mis limites, me veo a mí mismo, no lucho contra la montaña porque la montaña no me prueba, sino que lucho contra mi mismo, lucho contra mi yo interior que cree que no puede. Algunas veces gana la batalla, cada vez menos, la mayor parte de las veces esa auto-promesa de que al llegar a la cima seré libre aunque solo sea por un instante puede con cualquier síntoma de debilidad que mi cuerpo o mente sientan.

¿Cómo?

Hay varios tipos de personas, unos priman lo material y otros lo desechan, yo en este aspecto me considero práctico. Me gusta, y no pienso negarlo, tener buen material para realizar las actividades, pero siempre dentro de unos rangos lógicos, si me sirve una cosa por muy buena que haya en el mercado me apaño con la que me dé la función que necesito al menor precio. Solo tengo una regla: «Sin unas buenas botas, no hay buenas montañas»

Otra cosa que el tiempo y la experiencia (poca pero tengo) me ha hecho aprender es que no es necesario ir a una gran montaña para realizar una salida inolvidable, hasta la montaña más pequeña tiene sus encantos. En muchas ocasiones el ser una montaña pequeña que no es el centro de todas las miradas hace que dicha montaña tenga uno de los valores que más aprecio: La «virginidad» del momento.

Me explico: una de las cosas que más me atrae es no tener que cruzarte con manadas de gente por el monte, porque al monte voy a ser libre y la sociedad me agobia y me encarcela, por lo que el simple hecho de no ver a gente en el monte me hace sentir en la plenitud de la libertad. Sentimiento que no pierdo aunque realice la salida con compañía  mientras sea la compañía elegida.

Alexander Pereda «Vuncok»

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